
El deseo y la insatisfacción son los móviles de esta semblanza que provoca que el lector se emocione con las memorias de un solitario anciano que, hasta antes de enamorarse de la jovencita que conoció en el burdel de Rosa Cabarcas, llevaba una vida rutinaria dedicada exclusivamente a leer, a escuchar música, a escribir su columna en El Diario de La Paz y a disfrutar del sexo con prostitutas. La descripción que el autor hace del protagonista es clara, contundente y nos inmiscuye de lleno en el espíritu de la historia: “Dicho en romance crudo, soy un cabo de raza sin méritos ni brillo, que no tendría nada que legar a sus sobrevivientes de no haber sido por los hechos que me dispongo a referir como pueda en esta memoria de mi grande amor."
Por cierto, ha habido polémica con la versión cinematográfica que, del libro, se ha intentado hacer en México. Una asociación ha acusado a García Márquez y a la productora de promover y justificar la prostitución infantil. ¿Qué menos podríamos esperar de los "bienpensantes"? Más información al respecto en esta web.
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